viernes, 29 de julio de 2016
lunes, 11 de julio de 2016
lunes, 4 de julio de 2016
Murió. (para vos, Oso adorado)
Poema para el Oso Arturo
Blanco y radiante...
como un oso
como espejado por recuerdos
de otros mares y otros cielos mas fríos...
Blanco y radiante, digo, quiero creer, el oso, correteando entre el blanco de la nieve
o la memoria, buscando a sus abuelos, erguidos, entre el filo del viento y los glaciares.
Radiante y blanco, quiero, yo deseo que sea, como nunca lo fué, entre montañas suaves
como besos, mi Don Arturo, el oso,
empeñado en vivir, aunque no pueda...y aunque ya no lo dejen, en piletones sucios, más solo que un fantasma solo entre la lluvia,
Sin memoria, ni rezos, sin nadie que recuerde su huella entre la nieve, Nunca.
En un lugar son nombre, en un país sin nombre,
Este Rey de otros Mares, mirando con la piedad de un loco, el borde de cemento de una pileta tibia...
porque el sabe que sabe, que su especie lo sabe, y por eso se lustra las pezuñas, cuando nadie lo mira,
en el fondo de su jaulón sin vida,
de su pileta despintada,
de su tiempo sin días...
Blanco y radiante, digo, mi Don Arturo, el oso.
Poema para el Oso Arturo
Blanco y radiante...
como un oso
como espejado por recuerdos
de otros mares y otros cielos mas fríos...
Blanco y radiante, digo, quiero creer, el oso, correteando entre el blanco de la nieve
o la memoria, buscando a sus abuelos, erguidos, entre el filo del viento y los glaciares.
Radiante y blanco, quiero, yo deseo que sea, como nunca lo fué, entre montañas suaves
como besos, mi Don Arturo, el oso,
empeñado en vivir, aunque no pueda...y aunque ya no lo dejen, en piletones sucios, más solo que un fantasma solo entre la lluvia,
Sin memoria, ni rezos, sin nadie que recuerde su huella entre la nieve, Nunca.
En un lugar son nombre, en un país sin nombre,
Este Rey de otros Mares, mirando con la piedad de un loco, el borde de cemento de una pileta tibia...
porque el sabe que sabe, que su especie lo sabe, y por eso se lustra las pezuñas, cuando nadie lo mira,
en el fondo de su jaulón sin vida,
de su pileta despintada,
de su tiempo sin días...
Blanco y radiante, digo, mi Don Arturo, el oso.
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